El consumo de energía eléctrica aumenta diariamente en el ámbito industrial y en los hogares, ya que cada día hay más artefactos eléctricos y electrónicos en el mercado. Por ello, se debe prestar especial atención a las instalaciones eléctricas que alimentan estos artefactos, y saber en qué condiciones se encuentran para poder disfrutar del confort que brindan.
Dentro de una instalación pueden haber dos tipos de fallas eléctricas: las de corriente y las de tensión. Las fallas de corriente son las sobrecargas, los cortocircuitos y las fugas de corriente a tierra. Las sobrecargas ocurren cuando hay un consumo de corriente mayor a la capacidad de conducción del cable instalado. Entonces, los cables se recalientan, se dañan las aislaciones y se pueden originar incendios.
El cortocircuito se produce cuando se tocan dos cables o elementos energizados que normalmente deben estar aislados. Comúnmente si una sobrecarga permanece en el tiempo sin detectarse, los daños en las aislaciones provocan cortocircuitos, ocasionando graves daños para las instalaciones y los inmuebles.
Con respecto a las fugas de corriente a tierra, hay que tener cuidado porque presentan peligro de muerte para las personas. Una fuga de corriente a tierra se produce cuando una parte, normalmente aislada, accidentalmente pierde la aislación. Esto puede producir un choque eléctrico haciendo circular corriente eléctrica a través de la persona que haga contacto. El ejemplo más ilustrativo es cuando una persona recibe “una patada” cuando toca la heladera o un lavarropas, que accidentalmente perdió su aislación básica.
En el caso de las fallas de tensión, las más comunes son las sobretensiones transitorias provocadas por los rayos. Esas elevan rápidamente unas 30 veces los niveles de tensión normales, provocando graves daños en los artefactos eléctricos y electrónicos.
Para proteger las instalaciones, los bienes y las personas de estos eventos, existen distintos dispositivos que actúan rápidamente eliminando los riesgos y los daños que las fallas puedan provocar.
Los interruptores termomagnéticos (más conocidos como térmicas) se utilizan para proteger contra sobrecargas y cortocircuitos. De esta manera, asumen la protección de medios eléctricos contra los calentamientos excesivos.
Los interruptores diferenciales (más conocidos como disyuntores) tienen tres principales razones de uso:
- En primer lugar, detectan la fuga de corriente e interrumpen el circuito, evitando pérdidas de energía. Por lo tanto, evitan la facturación de energía no consumida.
- En segundo lugar, protegen la casa y la instalación eléctrica contra riesgo de incendio.
- Y por último, protege a las personas y a los animales contra la electrocución, y permite disfrutar del confort y bienestar que brinda la energía eléctrica.
Tanto los interruptores termomagnéticos como los disyuntores son obligatorios en las instalaciones eléctricas del hogar, y deben responder a las normas de seguridad eléctrica que se disponen en el país. Por tal motivo, es necesario recurrir a productos que contengan los sellos correspondientes de IRAM y de Seguridad Eléctrica, y que además tengan una calidad reconocida.
Por su parte, los descargadores de sobretensiones tienen por objetivo la protección contra sobretensiones de las instalaciones, incluso ante descargas atmosféricas directas.
Para el ambiente industrial se utilizan el mismo tipo de productos que para el nivel residencial.